¿Ariscos? para nada

¿Ariscos? para nada

¿A cuántas personas has oído decir que los gatos “pasan de todo”, “no te hacen caso” o “solo se acercan si quieren comida”? Seguro que más de las que te gustaría. Es uno de esos mitos que lleva siglos dando vueltas, como si los gatos fueran seres fríos e insensibles que te ignoran por sistema.

Spoiler: no es así.

Cada uno a su ritmo

El rollo de los gatos no es ir corriendo a saludarte ni mover la cola a lo loco. Son más de aparecer cuando les apetece, observar desde lejos, y acercarse con calma. Pero ojo: cuando lo hacen, es porque lo sienten de verdad.
No hay nada forzado. Y eso lo hace más especial.

El cariño no siempre se ve

Un gato no te va a dar un lametón en la cara ni se va a lanzar a tus brazos como un perro. Pero si se sienta a tu lado mientras trabajas, si te sigue por la casa, si te mira fijamente durante un rato y parpadea lento… está diciéndote mucho más de lo que parece.

Los gatos tienen su propio idioma. Uno que no todo el mundo entiende, pero que los que vivimos con ellos aprendemos a leer.

¿Y si el problema es que no sabemos mirar?

Muchas veces, la gente espera que un gato se comporte “como un perro tranquilo” o “como un niño cariñoso”. Pero los gatos no son eso. Son otra cosa.
Son más sutiles, más independientes, más observadores.
Y necesitan confianza. Si la tienen, te lo dan todo (a su manera).

No son ariscos. Son selectivos.
Y si te eligen, créeme, es un privilegio.